Siempre hablamos de la importancia de mantener una barrera cutánea saludable, de reforzar la barrera cutánea y hasta incluso hablamos de la microbiota de la piel.
Lo que sabíamos hasta ahora era que la barrera cutánea está ubicada en la parte más superficial de la epidermis.
Además hay que decir que está compuesta, en su mayoría por ceramidas (50%), colesterol y otros ácidos grasos.
Esto se encuentra allí para que la piel puede realizar 2 tareas fundamentales:
1- Protegernos de cualquier agente agresivo externo: radiación UV, contaminación, peligro, etc
2- Mantener nuestra “hidratación natural“ evitando que el agua transepidérmica se evapore.
Y tradicionalmente hemos hecho una comparación de esta barrera con una pared de ladrillos, y hemos dicho que esos ladrillos (corneocitos y queratinocitos) estaban unidos por ácidos grasos (en su mayoría ceramidas).
Pero esta definición o esta comparación con la pared nos resulta un tanto obsoleta o incompleta, ya que nos daría la idea de que esta pared es totalmente estática, algo que en realidad no ocurre con nuestra piel, que es un organismo vivo y en constante cambio y equilibrio.
Ahora sabemos que además de esa pared de corneocitos y queratinocitos unidos con ceramidas en su mayoría, la piel tiene al menos 2 barreras adicionales:
1- El manto hidrolipídico: es una emulsión natural de la piel que se encuentra por encima de los corneocitos y queratinocitos, que tiene un PH ácido (por eso decimos que el PH de la piel es ácido) y es la mezcla entre las glándulas sebáceas, sudoríparas y otras emulsiones.
2- la Microbiota cutánea: esa flora bacteriana residente que, al igual que en el intestino, debemos mantenerla en equilibrio para que las bacterias “buenas“ sean siempre mayores que las “malas“.
Si hacemos una analogía con una casa podríamos decir que, si queremos protegerla y que siempre esté segura, podemos construir un muro de ladrillos (corneocitos y queratinocitos), pero si a esto queremos darle más seguridad podemos agregarle una cerca eléctrica (manto hidrolipídico) y también, por qué no, unas luces con sensores de movimiento (la microbiota cutánea).
Con esos 3 factores en equilibrio, ahi nos aseguramos de que nada entre a la casa (bacterias, virus, “ladrones“) y también de que nada salga (humectación natural de la piel o agua transepidérmica).
¿Qué pasa cuando esa barrera no está en equilibrio o no logra realizar su trabajo de función barrera?
La piel se torna sensible, se deshidrata, se seca, se descama, aparecen otras patologías como psoriasis, dermatitis, rosácea, etc.
¿Cómo podemos ayudar a que las 3 capas de protección que utiliza nuestra piel se encuentren siempre en equilibrio?
1- Lo primero es tratar de no desequilibrarla. Por ejemplo, cuidarnos de factores externos que ya sabemos que son agresivos con la piel: Rayos UV, contaminación ambiental, cigarrillo, stress, etc.
2- No utilizar productos que sean muy agresivos con la piel o que tengan un PH muy alcalino: elegir bien los productos de limpieza es fundamental.
3- Utilizar protección solar a diario (en la cantidad adecuada y reaplicar durante el día).
4- Incorporar cosméticos que contengan principios activos que refuercen cada una o las 3 capas de protección de la piel: cosméticos con pantenol, con propóleo, con probióticos, con ceramidas, etc.
5- Mantener una dieta equilibrada: sabemos perfectamente que el sistema digestivo está directamente relacionado con la piel asi que es importante que detectes si sufrís de alguna intolerancia alimentaria que pueda estar causando desequilibrios en tu piel.
6- Ser consistente y constante: como todo en la vida se necesita de un poco de dedicación y cariño, pero el resultado vale la pena!!
Espero que te haya servido de algo este artículo y ojalá te ayude a tener una piel lo más saludable posible.
Fuentes:
https://www.cofm.es/recursos/doc/portal/2019/05/28/minia.pdf